lunes, 16 de octubre de 2006

Darkness

Ocupadísimos a mil, el Firme (que ya no es Firme), el Perverso y yo. La única comunicación que he tenido con ambos ha sido vía msn, aunque claro, uno que otro mensaje de texto. Sin embargo, el fín de semana antepasado, el Perverso me contaba sobre sus horrorosos fines de semana trabajando ya que la bendita AFP donde trabaja se está fusionando con otra (a ver si saben de qué empresas hablo)
Era sábado y en el msn me dijo que se sentía a morir, no había cuando parar la chamba y que necesitaba salir de ahí, que iba a salir una hora para cenar. "Pobre" pensé, y le dije que se viniera a casa si después de todo, la oficina suya está en San Isidro y mi casa en San Borja, fácil la hacía en menos de 10 minutos en taxi. "Avísame cuando estes por salir para pedir una pizza, yo tengo algo para tomar" Y así hizo.
Llegó, comimos, estuvimos conversando, realmente se le notaba agotado. Su mal humor estaba muy bien disfrazado, luego de una media hora me dijo "ya me voy, gracias por todo" Sabía que tenía que irse, apagué las luces para solo despedirlo y meterme a la cocina a arreglar un poco, y con las luces apagadas le dije que le haría un masajito antes de irse.
De lo más tranquilita, sin pensar en nada más que relajarlo, comencé a cogerlo de los hombros, y
me trajó hacia sí. "¿Por qué haces esto?" y me besó. La verdad, me sorprendió pues, no estaba haciendo nada malo, sin embargo esa acción suya dió inicio a todo lo que vino después.
Sacó su corbata, que se la iba a colocar llegando a la oficina, y me la colocó sobre los ojos, me comencé a reír "uno, la vas a arrugar, y dos, estamos a oscuras" le dije pues realmente me parecía una escena graciosa. Me besaba el cuello y yo ya me había puesto con todas las ganas del mundo, así que mientras me besaba busqué su correa y la desenganché, le bajé el cierre y logicamente, él estaba más que listo. Hice lo que tenía que hacer: me dí la vuelta.
Realmente quería sentir como me rozaba por detrás, aunque mi gusto por ese lado hizo que lo jalará de ambos extremos de la correa, yo iba delante, él por detrás. "¿Qué haces?" me preguntó con toda la inocencia del mundo, no le había oído ese tonito desde hacía muuucho tiempo. Calladita, llegué hacia el sillón. "Cuidado con el sillón" me susurró, creo que recordó que mi vieja estaba en el segundo piso viendo tele. Era mi sala, la conocía perfectamente, no me caería y después de todo, lo que quería si era llegar al sillón.
Llegamos y yo por la parte trasera del sillón, me doblé hacia adelante, es decir, mi culito quedaba totalmente levantado para que él hiciera lo suyo. ¡Y qué rico que lo hizo!
La verdad, nunca pensé que lo vería en casa, cenariamos juntos, y encima se iría con postre.
El sexo con él se está volviendo más divertido de lo que creía, sobre todo porque se le ha añadido el factor "atención", está definitivamente más atento, se comunica conmigo de una u otra forma y eso me gusta, aunque también me asusta.
¡¡¡¡¡Ay!!!!!! ¿será que este juego de amigos con beneficios está pasando a otro nivel?

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